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domingo, 1 de enero de 2012

Violencia Silenciosa: extras capítulo 26


Para Edward Cullen, la felicidad siempre había sido un concepto utópico, irreal, una misión de búsqueda que él había abortado hacían ya muchos años. A veces, cuando lograba tocar de corrido y sin errores alguna pieza difícil en el piano, lograba tener algunos retazos de ese cosquilleo expectante e inquieto que por un instante le daba paz y le ayudaba a respirar más profundo, pero era tan corto el momento que nunca estaba seguro de sentirlo realmente.

Sin embargo, aquel sentimiento de pronto había aparecido en su vida; es que desde hacía casi una semana que él era feliz y por más que esperaba que aquella sensación desapareciera – como buen artista solía lidiar mejor con la tristeza –, el solo mirar aquellos ojos, marrones como el chocolate, le hacían sonreír como idiota y sentir ese cosquilleo – mitad expectación y mitad inquietud – en el estómago.

Tenía deseos de gritar, de reír, de correr por las calles bajo la lluvia y de todas las idioteces que te muestran las películas americanas como síntomas de la felicidad… ella lo amaba y ese era un motivo suficiente para ser feliz, o al menos lo más parecido a aquello.

Solo había algo que le inquietaba y era el que aún no le ponían un nombre a esa relación. Sabía que era una tontería, que todo estaba claro y que aquello era una simple formalidad que obligaba a ponerle nombre a los sentimientos, pero necesitaba decírselo a ella para poder estar en paz y dejar de sentirse incómodo cuando tuviese que referirse a ella con terceras personas.

-Edward, ¿estás bien? – preguntó la voz dulce de Bella tras él. Estaba tan ensimismado mirando a través de la ventana del estudio de Bella, que no la había escuchado acercarse.

- Claro, por qué no iba a estarlo… estás aquí – le tomó la mano y acarició tiernamente aquella cicatriz que hacía unos pocos meses les había unido.

- ¿Seguro? – él asintió dudoso –. ¿Has hablado con Emmet?

Ese era otro motivo por el que no podía ser del todo feliz; Emmet y él seguían teniendo aquellos intercambios monosílabos e incómodos, y aunque le daban deseos de acercarse y enfrentarse a los problemas de una vez por todas, entablar aquella conversación seria que llevaban meses evitando, y darle un poco de paz a su madre y a Alice que llevaban meses en medio, siempre el temor lo hacía recular y esperar a que su hermano diese el primer paso.

- Es extraño, hace unos días, cuando Alice tuvo otra crisis, hablamos algunas cosas, pero siempre en terreno seguro; de nuestras diferencias… nada – se encogió de hombros y ella le miró diciéndole que le entendía y que no necesitaba preguntar nada más para saber cómo se sentía.



/VS/

- Yo… siento mucho todo lo que ha pasado – Emmet rompió el silencio de forma acelerada y sin mirarle – sé que no me comportado bien contigo… me siento muy avergonzado por todo lo que te he dicho… tú tampoco lo has pasado bien y yo no he ayudado mucho – continuó sin dejarle interferir.

Edward tenía la sensación de que Emmet entendía que quizás nunca más tuviese las agallas de enfrentarle, por lo que estaba soltándole todo de una vez para cerrar ese capítulo de una vez por todas.

- Cuando yo tenía 15 años, mi sueño era ser beisbolista profesional – Edward entrecerró los ojos algo descolocado – nunca me llamó la atención la medicina, la sangre hasta náuseas me daba – no pudo evitar jadear al escuchar aquella confesión –. No te asustes – rió su hermano –, aprendí a amar lo que hago, es la forma en que me siento más cerca de papá y no lo cambiaría por nada… es solo que ahora que lo pienso, desearía haber sido tan valiente como tú y hacer lo que quería... pero mi padre siempre hablaba con tanta ilusión de mí y mi futuro brillante en la medicina, que no me atreví jamás a contradecirle.

- Yo... – Edward intentó decir algo, pero era demasiado para él haber escuchado aquella confesión – nunca quise que Carlisle hiciera lo que hizo – dijo finalmente con un nudo en la garganta –; a veces pienso que nos faltó tanto una conversación tranquila, de cualquier cosa, porque por más que intento recordar, no encuentro en mi cabeza ningún momento feliz que me haga recordarlo como lo hacen ustedes – susurró apretando sus puños a los costados de su cuerpo para evitar llorar.

- No fue tu culpa, Edward – afirmó Emmet mirándole a los ojos por primera vez –. Sé que mi actitud te hizo sentir que así lo fue, pero no es así… él murió por su propia culpa, pero le admiraba tanto que estaba ciego y nunca quise ver como realmente era… Jamás le perdonaré lo que nos hizo como familia, pero tampoco quiero que me pase eso de no ser capaz de recordar los momentos felices… es por eso que he aprendido a amar tanto lo que hago.

- A veces sueño con él… me dice que se siente orgulloso de mí – disimuladamente se limpió una lágrima que estaba a punto de caer – me hizo tanta falta una palabra de apoyo de su parte…

- No te atormentes por ello – interrumpió su hermano –. En el fondo yo sé que se sentía orgulloso de ti. Sabes, cuando tocaste hace 2 años en el concierto de navidad del conservatorio, él y yo fuimos al teatro, yo vi como sus ojos brillaban… su orgullo fue más fuerte y nunca lo dijo, pero te admiraba… tanto o más de lo mucho que te admiro yo.

Edward no soportó más, se acercó a él y le tendió los brazos; Emmet un poco temeroso camino el paso que faltaba y casi llorando le abrazo fuertemente.

- La última vez que te abrace eras mucho más pequeño que yo – susurró aun en el abrazo – y ahora me sobrepasas por la mitad de la cabeza – murmuró divertido.

A veces, el orgullo hace a las personas callarse muchas cosas, otras veces lo hace el miedo, y otras también el creer que la otra persona estará siempre ahí para escucharles cuando por fin se atrevan a hablar; pero a veces no será así y se debe aprender a vencer aquellos obstáculos, decir un te quiero, un estoy orgulloso de ti, porque la vida es corta y llena de imprevistos y hay que entender que las oportunidades nunca serán eternas.

Y esa noche, aquellos dos hombres vencieron sus temores y por fin se atrevieron a ser sinceros y a demostrar que la sangre es más fuerte que cualquier rencor y problema que pudiese existir entre ellos, y que el secreto de todo está en saber comunicarse.





/VS/


Solo volver a desearles un Feliz Año, lleno de logros, éxitos y cosas buenas que sirvan para opacar las malas.
Un beso y nos leemos pronto.

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Disclaimer

Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Stephenie Meyer.
Las historias son mías o aclararé cuando no sea así, y todas están protegidas por Safe creative.
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VEROTA
Chilena de 23 años, estudiante de Ingeniería Ambiental y contadora de historias en su escaso tiempo libre. Filosófica, pensadora compulsiva y atea. Amante apasionada de la música, los libros, además de todo lo que tenga relación con The Beatles. Obsesionada con los 60's: Paz, Amor, Revolución!

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