Violencia Silenciosa: extras capítulo 22

- Duerme conmigo hoy – pidió como un niño pidiendo consuelo. Ella solo lo observó respirando con dificultad –. Solo dormir, Bella – ella asintió bajando la mirada.

- Iré a ponerme el pijama, acuéstate mientras e intenta descansar – susurró algo aturdida porque Edward estaba vestido solo con su camiseta negra y su bóxer del mismo color.

- No podré sin ti – respondió él caminando hasta la cama, ajeno a la incomodidad de Bella.

Desorientada salió del lugar y caminó por el pasillo hasta su habitación. Buscó entre sus cosas algún pijama discreto, hasta que encontró uno de dos piezas de algodón gris estampado con unas tiernas ovejas que la cubría por completo. Se aseó y luego caminó de vuelta hasta la habitación que había dejado a Edward.

Entró en puntillas, él ya estaba metido bajo las cobijas y su respiración era aparentemente pausada; se acercó lentamente a apagar la luz de la lámpara para volver a su habitación decepcionada, pero al llegar a él, escuchó su voz cansada:

- Ven aquí, Bella – ella le miró y parecía dormido, aunque bien podría estar en esa fase en que los sueños se confunden con los sonidos de la realidad –, no podré dormir si no te siento cerca – y eso la derritió, porque a pesar de saber el motivo de la necesidad de él, ella no le negaría nunca nada.

Se acostó y él se adaptó a su compañía, la abrazó con fuerza atrayéndolo a su pecho, enredó una de sus piernas desnudas con las de ella y así ella lo sintió respirar acompasado una vez más.

Podría mantenerse despierta toda la noche solo para escucharlo respirar; temía dormirse y no soñar con él o aunque lo hiciera, temía que los sueños no le hicieran justicia. En su sien repicaba la cadencia constante del corazón de su niño atormentado y se preguntaba qué estaría soñando, ocuparía ella un pedacito de esos sueños; quizás sí.

Pero quizás nunca sienta lo mismo que ella sentía.