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jueves, 3 de noviembre de 2011

Violencia Silenciosa: extras capítulo 23

- Que tal Isabella, hace mucho que no nos vemos – Lauren estaba parada frente a ella y la miraba con desdén y amenaza, aunque una falsa sonrisa cubría su rostro –. ¿Estás contenta con lo que hiciste? – preguntó tomándola de una de sus muñecas para evitar que se moviese; Bella pudo sentir las uñas de la mujer en su piel –. Esto no te saldrá gratis Swan, que te quede claro, aun conoces solo mi lado amable – apretó un poco más.

- Bella, estás bien – la voz de Ángela las sobresaltó a ambas. Lauren la soltó en seguida.

- Sí Ángela, no te preocupes – murmuró Bella asustada.

- Claro, Swan siempre está bien. Swan siempre logra quedar como víctima en todo, Swan siempre consigue lo que quiere – las palabras de Lauren estaban llenas de odio, envidia y rencor – Te acuestas con el hombre más guapo de este instituto y aun así tuviste que seducir a Mike para vengarte de él – gritó fuerte para que la pequeña audiencia que comenzaba a formarse escuchara –. Eres una perra Isabella, lo haces porque tus padres tienen dinero de sobra, sabes que tus malditos abogados meterán a la cárcel al pobre Mike; disfrutas viendo como destruyes la poca familia que me queda. No entiendo por qué nos odias tanto – Todo aquel que le oía, creía en sus palabras e intentaban acercarse a consolar su falso llanto.

Limpiando sus falsas lágrimas, Lauren giró y caminó por donde había llegado; los murmullos y las miradas de odio hacia Bella siguieron ahí.


Caminó en sentido contrario cabizbaja, no sacaría nada con defenderse, nadie le creyó en el pasado, nadie le creería en el presente. Podía escuchar cómo tras ella, sin disimular siquiera, muchos la tachaban de loca, de enferma, de caprichosa, de ser una perra sin corazón. Ella no les guardaba rencor, tampoco se enojaba con ellos, sabía que Lauren tenía un muy buen poder de convencimiento y que todos creían ciegamente en sus palabras.



//*//

Después de comer subió hasta su estudio. Ya en el lugar, puso en el reproductor el Concierto de Brandemburgo Nº3 de Johann Sebastian Bach, y se recostó en el diván, cerrando los ojos y disfrutando de una de las mejores composiciones del músico barroco, que curiosamente estaba en su tonalidad preferida, porque así era, ella era una amante del Sol mayor y todos sus conciertos favoritos estaban compuesto en ese tono.

Escuchó atentamente cada nota, deshilándola en su mente, moviendo su brazo derecho como si estuviese tocando el violín y tarareaba las notas de vez en cuando. Sonrió cuando la composición llegó al tercer movimiento; el sonido del clavecín era majestuoso y la hacían imaginarse con vestidos pomposos en medio de un baile de sociedad en el Palacio de Brandemburgo a principios del siglo XVIII.

Finalmente el concierto acabó, dando paso al concierto siguiente. Se levantó de su lugar y reunió sus materiales para pintar alguna cosa en compañía de Bach. Tenía dos discos con los Conciertos de Brandemburgo interpretados por la orquesta del violinista alemán Reinhard Goebel*; en un disco los conciertos número uno y dos, y los siguientes cuatro en el otro. Habían sido un regalo de Sue la navidad anterior para aumentar un poco más la colección de casi mil discos de música de cámara y sinfónica que poseía.

Sin darse cuenta, cuando comenzaba a sonar el segundo movimiento del Concierto Nº5, ella ya había trazado – con un grueso pincel bañado en pintura negra – la silueta abstracta de dos jóvenes abrazados, en una pose tan íntima que no se podía distinguir de forma correcta el cuerpo de ninguno de los dos por separado.


//*//

Siempre era lo mismo con ella, cuando creía que su vida recién comenzaba, algo se encargaba de decirle que estaba más cerca de lo contrario.

¿Cuántos castigos más le quedaban?

¿Es que acaso nunca podría ser feliz?

El sonido seco en el piso de madera del pincel que antes ella sostenía, le hizo salir del estado de aturdimiento y limpió sus lágrimas.

Uno de los dos tenía que ser fuerte por el otro.

Salió rápidamente del estudio y bajó a su habitación a cambiarse. Cinco minutos después tomaba las llaves del Audi rojo de su madre y dejaba que ella le diera las bendiciones para salir rauda en ayuda de la única persona con la que ella había podido contar en sus peores momentos.

En contra de todos sus principios, manejó a exceso de velocidad la mayor parte del camino, estaba desesperada y temía que Esme no le hubiese dicho todo para no alterarla más de lo que ya estaba.

Llegó al hospital 40 minutos después y desesperada preguntó por Edward en la recepción.

- Habitación 301, tercer piso – dijo la amable enfermera con voz neutral.

Susurró apenas un gracias y siguió corriendo como posesa por el hospital, eso hasta que sintió algo vibrar en la cartera trasera de su jeans; se obligó a detenerse para responder el teléfono.

- Isabella Swan, esto es solo un aviso de lo que le puede ocurrir si no cedes – Un mensaje corto y revelador; se cortó la llamada luego.

Era la voz de un hombre, ella no la reconoció, pero estaba segura que Lauren estaba tras eso y eso la hizo entrar en pánico; afirmó su espalda en la pared y se dejó caer al piso, temerosa que sus piernas no soportaran su desmadejado cuerpo.

¿Cuántos más sufrirían las consecuencias de sus actos?

Sentía como su mundo estaba mal, su vida estaba mal, su alma estaba mal. Volvía a cometer los mismos errores, pero esta vez no podía permitir que llegaran tan lejos.

Salió del hospital tan rápido como entró y se refugió dentro del coche, Edward no podía verla en ese estado.

¿Cómo pudo ser tan tonta para creer que alguna vez algo fue bueno para ella?

Nuevamente la fe que albergaba se iba.

Y como si fuese la culminación del acto de una obra de terror, vio como pequeños copos blancos comenzaban a caer sobre el coche, dándole la bienvenida a un nuevo invierno y a tantas cosas que quería olvidar.


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Disclaimer

Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Stephenie Meyer.
Las historias son mías o aclararé cuando no sea así, y todas están protegidas por Safe creative.
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VEROTA
Chilena de 23 años, estudiante de Ingeniería Ambiental y contadora de historias en su escaso tiempo libre. Filosófica, pensadora compulsiva y atea. Amante apasionada de la música, los libros, además de todo lo que tenga relación con The Beatles. Obsesionada con los 60's: Paz, Amor, Revolución!

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