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jueves, 17 de noviembre de 2011

Violencia Silenciosa: extras capítulo 24

La camilla estaba levemente levantada; él descansaba de espalda sobre dos almohadones y con los ojos cerrados, aunque, por su forma de respirar ella sabía que estaba despierto. Tenía un cardenal en el pómulo derecho y una venda en la frente al lado contrario, además un pequeño rasmillón en el pómulo izquierdo; aun así, nada podía opacar esa belleza que lo hacía parecer un ángel.

- Hola, niño – susurró desde su posición. Él abrió sus ojos verdes y pestañeó varias veces.

- Bella – susurró él y le regaló una pequeña sonrisa – viniste – por la forma en que lo dijo parecía un hombre frente a un milagro.

- ¿Qué ocurrió, cariño? – él hizo una seña para que se acercara y ella sin dudarlo un segundo caminó hacia él, le abrazó con cuidado y escondió su rostro en el cuello de él.

- Cuando Esme llamó, pensé lo peor – confesó ya con la voz ahogada – ¿Por qué te resististe, Edward? – Golpeó levemente su brazo – Pudieron haberte matado – jadeó en busca de aire.

- Llevaba algo muy valioso conmigo, no podía permitir que se lo llevaran – respondió él intentando apartarla un poco.

- ¿Qué puede ser más valioso que tu vida? – preguntó incrédula; Edward no se caracterizaba por ser alguien apegado a las cosas materiales.

- Tu regalo de navidad – Ella se quedó quieta, respirando más rápido de lo normal. Esa respuesta la dejaba un poco descolocada, no esperaba que él arriesgara su vida por una cosa para ella.

Se apartó para mirarle a los ojos; él la observaba preocupado y al parecer con temor. Tuvo la sensación de que ella sí era importante para Edward; él había arriesgado su integridad física por salvar su regalo de navidad, y eso tenía que ser por algo.


- Aun así, no debiste – murmuró –. Además, no necesitas regalarme nada y lo sabes – agregó.

- No gasté demasiado… si es eso lo que te preocupa – sonrió de lado –; por otro lado, tu regalo no les iba a servir de nada a ellos; quise explicárselos cuando intentaron quitarme la bolsa, pero ellos me golpearon y luego huyeron con todo lo demás – Bella no pudo evitar pensar en Lauren como la cabeza de ese acto y tembló. Él tomó su mano y la acarició tiernamente.

Bella no dijo nada más, solo quería abrazarlo y estar con él. Sabía que ella no serviría de mucha protección, pero le aterraba más el pensar que le hicieran algo cuando estaba lejos.

Se acomodó y se irguió para poder mirarle, él tenía sus ojos puestos en ella y ella creyó ver en éstos la misma curiosidad y frustración que veía cuando recién se conocieron, cosa que la hizo suspirar profundamente. Edward la confundía demasiado y ya no sabía que creer con respecto a sus últimamente herméticos sentimientos.

- Por qué suspiras – preguntó frunciendo el ceño.

- Porque estás bien y eso me alivia – respondió apegándose otra vez a él.

- No quieres cargar con más tragedias, no es así – aseguró con cautela.

¿Eso era lo pensaba Edward de ella?

- No – se apresuró a responder – yo solo quiero que estés bien; mientras que tu estés bien puede venirse el mundo abajo y no me importará.

- Lo siento, es que siempre te agobio con mis problemas – se llevó la mano libre al cabello –. Sé que en algún momento te cansarás de ello, pero no puedo evitar aferrarme a ti cada vez que mi mundo se derrumba, eres lo único que puede mantenerme a flote – susurró lo último y bajó la mirada dejándola atónita por un instante y con una sensación de tristeza y responsabilidad aún mayor.

- No me des tanto poder – rogó ella – soy la persona que más daño puede hacerte, por favor no lo permitas – se aferró a él otra vez.

Lo amaba tanto que no podía respirar, pero tan grande como ese amor era el temor a hacerle daño, porque el poder que él le entregaba era demasiado para alguien con tantos fantasmas asechándole como era ella.

- Te amo – susurró dejando un beso en su cabello

No la amaba, solo la necesitaba para no hundirse.

- Sanaremos juntos, Bella – agregó y a ella se le estrujó un poco más el corazón.

No sanarían juntos, él sanaría y luego ella ya no le haría falta.

Bella se levantó y acercó una silla a la camilla para no incomodarle y se quedó con él en silencio, acariciando de vez en cuando una de sus manos o alzándose levemente para acariciar su rostro. Si tan solo tuviera fuerzas para ganarse un espacio permanente en su corazón las cosas podrían ser distintas, mas ella estaba convencida que el amor de Edward era solo una mala interpretación al sentimiento de protección y agradecimiento que lo unía a ella.

El silencio se hacía un poco incómodo, pero más incómodas se hacían las palabras porque ambos parecían reacios a lo que el otro pudiese decirles y Edward volvió a la pose distante que llevaba días mostrándole.

Esme volvió a la habitación algunos minutos después, sacándoles del trance en el que parecían sumergidos. Bella se levantó rápidamente; aun le avergonzaba mostrar su amor a Edward en público, sobre todo si era frente a Esme, porque ella siempre la miraba como la única esperanza para su hijo y eso la hacía sentir presionada.

- Cariño – llamó la atención de Edward, quien seguía perdido en sus pensamientos. Él la miró algo aturdido y le hizo un gesto de que le escuchaba – Está nevando y creo que si sigue así cerrarán las carreteras por esta noche – Edward y Bella fruncieron el ceño sin entender la importancia que tenía el hecho -. No quiero que Alice pase la noche sola en Forks – miró a Edward y entre ambos hubo una especie de conversación silenciosa que Bella no entendió –. Bella – llamó la atención de la joven –, ¿te quedas con él y lo llevas a casa mañana? – no tuvo que pensarlo, asintió antes de que Esme terminara la pregunta.

-Mamá, puedo quedarme solo – protestó Edward.

No quería quedarse con ella.

- No protestes, Bella se queda encantada, ¿no es así? – Esme miró a Bella sonriente y ella asintió y le sonrió a Edward, pero él solo bajó la mirada.

Quiso golpearlo para que de una vez por todas dejara esos malditos cambios de humor, en un momento le decía que la amaba y dos segundos después volvía su hermetismo, dejándola con un signo de interrogación gigante sobre la cabeza y con noches y noches durmiendo poco por analizar cada uno de sus cambios.

Bella le deseó a Esme un buen regreso a casa y le vio partir antes que el aguanieve – algo más espesa que la que comúnmente caía en Port Angeles – se tornara en una auténtica nevazón; si la nieve cubría a la ciudad marítima, supuso que Forks ya estaría saturado por la misma.

- Quieres que me acueste a tu lado – preguntó cautelosa, insegura de la respuesta de él.

- Si quieres – respondió él indiferente.

- Sabes que sí – dijo condescendiente, mientras se acercaba a la camilla.

- No, no lo sé – subió un poco la voz – lo siento, no quería gritar – se disculpó casi de inmediato y comenzó a tirarse el cabello.

- ¿Qué ocurre, Edward? – Él negó con la cabeza – ¿Acaso ya no confías en mí?

- No crees que esas preguntas debería hacerlas yo – Bella le miró sin entender nada – eres tú la que de un tiempo a esta parte solo me habla del clima – murmuró mirándose las manos, como un niño cuando pide explicaciones.

- ¿Quieres que hablemos? – Él negó – entonces, ¿Qué quieres? – se pasó la mano por el cabello hastiada de la situación.

- Solo quédate aquí… acompáñame. En otro momento hablaremos – ella hizo caso y se acostó en el espacio que él dejó en la cama y, como era un espacio pequeño, se apegó a él lo más que pudo y él la abrazó fuertemente, como si quisiera retenerla.

Ella entendió que no había razones para tomar distancia, que independiente de lo que Edward sintiera y de lo que durara esa extraña relación sin nombre que tenían, ella no tenía por qué guardar en su memoria solo los recuerdos de la angustia que sentía pensando en que la dejaría; sus memorias debían ser de los muchos momentos que habían compartido juntos y de la felicidad que sentía en cada uno de ellos.


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Disclaimer

Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Stephenie Meyer.
Las historias son mías o aclararé cuando no sea así, y todas están protegidas por Safe creative.
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VEROTA
Chilena de 23 años, estudiante de Ingeniería Ambiental y contadora de historias en su escaso tiempo libre. Filosófica, pensadora compulsiva y atea. Amante apasionada de la música, los libros, además de todo lo que tenga relación con The Beatles. Obsesionada con los 60's: Paz, Amor, Revolución!

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