Nadie quizás podría entender que es lo que la llevó a autodestruirse, todo parecía estar a favor de su victoria, pero bien saben los buenos manipuladores que basta de encontrar un punto débil para convertir la vida del otro en un infierno.
Dadas las circunstancias, es inevitable perder la fe.
Isabella siempre creyó que el amor de Edward era demasiado bueno para durar y que estaba demasiado gastada para soñar… los sueños solo son limitados por la falta de fe.
Y dentro de ese círculo vicioso interminable en que la mente empieza a transitar, la única salida meritoria es desaparecer.
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