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sábado, 1 de enero de 2011

Vencer Miedos - Outtake 2

Como les hemos prometido, un outtake con un poco de la cabeza de Edward.

Outtake 2

POV Edward.

Desde que Bella no está conmigo mi vida ha ido a deriva.

La situación era cada vez más confusa entre nosotros y eso me tenía cada vez más “enmierdado”, amenazando mi salud mental y emocional, a la espera de una respuesta suya.

Sabía que después de haberla dejado no debía inmiscuirme en su vida. Debería haber pedido traslado y perderme de Nueva York para evitar buscarla, pero nunca pude y como un ladrón o un maldito sicópata la aguardaba a diario para verla por unos segundos.

Al principio era feliz con verla cuando llegaba en las tardes a su casa, o cuando salía a sacar la basura o a comprar un café a la cafetería de la esquina. Pero pronto eso no fue suficiente y muchas veces terminé durmiendo a las afueras del departamento para sentirla cerca de alguna manera.

Fue por eso, que cuando no vi luz en su casa, el día en que casi la secuestran, me paralicé por el miedo. Mi corazón me decía que ella estaba en peligro y yo me sentía impotente de no poder llamar a nadie sin dejarme al descubierto.

Bajé del coche y la vi pasar corriendo y llorando por mi lado, sin siquiera notar mi presencia. Ahí supe que debía luchar por conseguir un lugar en su vida. La necesitaba y fui consciente, que a pesar de todo, ella también necesitaba de mí.

Creí que podría conformarme con un poco de su atención. Fui feliz las primeras semanas en que nos reuníamos a charlar por horas en la misma cafetería, cuando ella llegaba de improviso al hospital a buscarme para irnos a tomar algo, o cuando llamaba por las noches para desearme un buen dormir.


Pero, pronto ya no era suficiente. Necesitaba más de ella, cada vez me costaba más frenar el deseo que sentía mi cuerpo por poseerla, por hacerla mía una vez más.

Soy un egoísta, lo sé. Ella y yo nunca pertenecimos al mismo mundo, y yo por años limité su libertad con mis miedos e incertidumbres, pero no fue hasta poco antes de entrar a la iglesia que entendí que si no la dejaba ir, ella se vería atada para siempre a un hombre simple como yo.

Sin embargo me arrepentí de mi decisión en el mismo momento en que vi sus lágrimas y su decepción hacia mí. Cuando me dijo que me odiaba sentí que nada más tenía sentido para mí. Lo más probable es que hubiese muerto intoxicado sin la ayuda de Jasper y Emmet.

La vida sin ella era un tormentoso paso por la nada. Nuestro cuarto era un almacén de recuerdos, la mesa un aeropuerto de moscas, y para que decir nuestra cama, que se convirtió en un campo desierto. Prefería dormir en el sofá, antes de contaminar las sábanas y que estas perdieran su esencia tan particular. El presente dejó de importar y el pasado era tan fructífero que me pasaba los días recordando.
Luego de conocer la verdad de mi familia, no supe como llegué a su departamento. Me sentía como un pequeño gorrión que cae del nido, solo, vulnerable e incapaz de valerse por sí mismo. Necesitaba un abrazo protector que no fuera por lástima, necesitaba pertenecer a algún sitio, sentir que al menos había alguien a quien le preocupaba.

Llegué al apartamento de Bella porque nadie más que ella merecía conocerme. Tardé más de seis años en abrirle mi corazón por completo, pero antes era demasiado el resentimiento y ella, que es la mujer más buena que conozco, no merecía ser contaminada con mi rabia y mi sed de venganza.

Ella no sólo me consoló y me brindó su apoyo. Además me regalo un pasaje hacia su cuerpo y me dejó tomarlo todo una vez más. Una parte de mí me decía que aquello no hubiera pasado de estar sobrios y con nuestros cinco sentidos alertas, pero era tanta mi necesidad por ella que jamás pensé en las consecuencias que traería este desliz en el avance que había tenido con ella.

No me arrepiento, pero creo que debí esperar a que ella estuviera lista para comenzar otra vez.

El que ella huyera y dejara de responder mis llamadas me mantuvo alerta por los veinte días siguientes. Estaba inquieto y muy ansioso. Era como volver a perderla por segunda vez, sin saber cómo se sentía, sin poder verla aunque fuera desde lejos.

Sabía que estaba en Forks y no me hubiese costado un mayor esfuerzo seguirla hasta allá, pero si quería que ella me diera una oportunidad debía darle tiempo para reponerse y tomar una decisión.

Aún así, cada día llamaba a la misma hora y dejaba un mensaje en su buzón de voz diciéndole lo mucho que la extrañaba, pero que entendía sus motivos y me merecía mucho más por ser tan cobarde.

El día anterior por primera vez respondió mi llamada. No fue mucho lo que saqué en limpio, pero fue un avance de todas maneras. Bella tiene miedo, es obvio, yo también lo tendría si hubiese sido ella la que me hubiese dejado solo en esa iglesia frente a tanta gente.

Es que fue en ese momento cuando entendí lo poco en común que teníamos. Ella era feliz en aquel mundo de apariencias del que yo le privé cuando entré en su vida. Yo llegué a su vida y ella tuvo que dejar de lado su vida social, su mundo, por estar conmigo.

Soy afortunado de que me ame, pero qué precio paga por eso.  Su amor hacia mí le ha costado que no sea ella misma y que siempre deba limitar sus acciones para complacerme.  El precio más alto fue que la única vez que hizo algo a su gusto yo no sea capaz de soportarlo y la deje en ridículo.

Quizás Alice siempre tuvo razón y nunca debí esperar que Bella cambiara. Debí ser yo quien me adaptara a ella, porque ella es perfecta y soy yo quien está lleno de defectos.  Nunca pude adaptarme a su mundo y por error la aleje de aquello que más le gustaba.

Notaba como sus ojos brillaban mientras organizaba su pomposa boda, mientras revisaba una y otra vez la lista de invitados, mientras escogía las flores o cuando me pedía mi opinión. Pero fue aquella noche, la noche en que le pedí que fuésemos a Las Vegas y nos evitáramos tanta parafernalia que comprendí que no estábamos hechos el uno para el otro, pero por cobarde creí que sería capaz de soportar. Pero era imposible, yo amaba a la Bella que yo creé, a la Bella sencilla, hogareña, a esa Bella que se conformaba con pasar la tarde domingo abrazada a mí viendo una película romántica y predecible. Yo amaba a una Bella que aquel veintitrés de junio creí que no existía.

Me equivoque. Bella siempre había sido como yo la conocía. Me cegó el hecho de que las circunstancias hicieron de la boda algo frío y sin sentido, e irresponsablemente mi mente la culpó de todo y me hizo creer que así era Bella en realidad, cuando ella era también una víctima del medio en el que se movía.

Sus ojos nunca brillaron por la majestuosidad de la boda, sus ojos brillaban porque se casaría conmigo y yo como un estúpido creí que a ella le importaba un rábano mi persona y que sólo le preocupaba que nadie saliera chismoseando sobre su boda.

Pero cuando descubrí aquello ya era tarde. Ya la había hecho sufrir y había roto su corazón de una forma en que era casi imposible que volviera a latir igual. Cuando la vi en aquella cama, con restos de lágrimas en sus mejillas y su piel pálida y sin vida, quise morirme. Nunca me sentí más miserable como cuando esos ojos chocolate me miraron con temor y con tanto dolor. Comprendí que no era la vergüenza lo que la tenía así, sino el hecho de que yo no quisiera casarme con ella.

Lo peor de todo es que a pesar que sólo queden restos de lo que fue su corazón, este siga albergando sentimientos hacia mí, y que eso sea lo que la tiene tan confundida y desorientada.

Jasper insiste que le hable a Bella con la verdad absoluta. Que le abra mi corazón y le exprese mis miedos y los motivos que me llevaron a dejarla, pero no puedo. Sé que eso la decepcionaría más de lo que ya está.

No tengo escusas y el decirle a Bella mis motivos sólo conseguiría mostrarle lo manipulable e influenciable que podría llegar a ser, además de abrirle una grieta aún más grande en su corazón.

En la noche sería navidad y aunque Emmet me había invitado a su casa, prefiero esperarla acá. Si Bella estaría sola en ese frío y desolado pueblo por mi culpa, pues yo también lo pasaría igual.

Mi busca sonó y tuve que sacudir mi cabeza para alejar a Bella de ella y ponerme a trabajar. Se me solicitaba en maternidad, me extrañó, pero decidí subir para saber en qué podía ayudar.

Al llegar al lugar me encontré con Rose y Emmet afuera de maternidad. Alice se había puesto de parto. Entré a la zona de parto y entré a la habitación. Alice ya estaba sedada, se le haría una cesárea porque la pequeña que estaba más próxima al conducto no estaba en una posición adecuada. Yo asistiría a la segunda bebé, ya que ese día el hospital contaba con un solo neonatólogo, que asistiría a la primera.

-Edward – habló Alice con voz adormilada – gracias por venir – me regaló la sonrisa más cálida que me hubiese entregado desde que la conozco.
- Es mi trabajo, no hay nada que agradecer – respondí devolviendo la sonrisa.
- Lamento mucho lo que pasó con Bella, a pesar de todo nunca fue mi intensión…-
- Ya pasó Alice, no te preocupes – murmuré y ya no pude agregar nada más porque el ginecólogo interrumpió para comenzar con el parto.

Las niñas nacieron sanas y con más de dos kilos cada una. Sonreí al revisar a la segunda. Tenía pequeñas motas de un castaño muy parecido al de Bella, sus cachetitos resaltaban en su pequeña cara. Su nariz y su boca eran pequeños botones.  Su nombre era Marie y mientras que la otra pequeña llevaría el nombre de su madre.

Se las entregamos otra vez a los chicos y Jasper no hacía otra cosa que llorar y alternar besos en la frente de las dos pequeñas y Alice.

El resto del día en el hospital pasó demasiado rápido. Casi no tuve pacientes que atender y eso me dejó demasiado tiempo para seguir sicoanalizándome.

Hubiese pedido turno aquella noche, pero siempre tuve la esperanza que Bella llegara a saludar a conocer a sus sobrinas y quisiera pasar la noche buena conmigo. Pero mi esperanza decayó cuando pasadas las ocho de la noche no había señales de ella.

Subí a la habitación de Alice, luego de comprar unas flores y un osito de peluche en la tienda del hospital, con la esperanza de que Bella estuviese ahí. No fue así, estuve cerca de una hora con los chicos y ella no apareció. Me preocupó aún más que Jasper comentara que había tratado de ubicarla pero no respondía las llamadas.

Finalmente me fui a mi desolado departamento. El silencio lastimaba mis oídos. Cada día estaba más jodido, cada cosa que tocaba tenía algo de ella y me estaba volviendo loco.

Decidí que lo mejor que podía hacer era dejar este lugar, hasta que ella estuviese preparada para volver conmigo.

Ni siquiera esperé que fueran las doce cuando me dormí, como siempre, acurrucado en el sofá y envuelto en una vieja manta que Marie tejió para nosotros cuando nos mudamos hasta acá.

El teléfono móvil me despertó de improviso. Casi muero de infarto cuando leí el nombre de Seth en la pantalla. Contesté implorando que nada malo le hubiese ocurrido a Bella.

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Disclaimer

Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Stephenie Meyer.
Las historias son mías o aclararé cuando no sea así, y todas están protegidas por Safe creative.
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VEROTA
Chilena de 23 años, estudiante de Ingeniería Ambiental y contadora de historias en su escaso tiempo libre. Filosófica, pensadora compulsiva y atea. Amante apasionada de la música, los libros, además de todo lo que tenga relación con The Beatles. Obsesionada con los 60's: Paz, Amor, Revolución!

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