- Que sepas que jamás leería la saga de El señor de los anillos, por mucha curiosidad que me de saber por qué te gustan esos libros…
- Y si yo te lo pidiera – preguntó acercándose peligrosamente a mis labios y rozandolos con su lengua. Suspiré para poder responder algo.
- Depende lo que me ofrezcas – murmuré y él volvió a besarme.
Edward estaba demasiado contenido, pero yo no podía evitar meter mis manos bajo su camiseta, cosa que lo hizo volverse más demandante y pude sentirlo gemir levemente en mis labios. Él dejó mis labios para respirar, pero bajo por mi mandíbula hasta el cuello, repartiendo besos, no pude evitar gemir en respuesta; dos segundos después, en un ataque de desenfado, quité su camiseta. Él bajó uno de los tirantes de mi pijama y repartió besos por mi hombro, hasta llegar al espacio entre mis pechos; gemí un poco más fuerte y creo que enterré mis uñas en su espalda.
Edward quitó las mantas que me cubrían y se posicionó sobre mí, volviendo a besarme y dejándome sentir aquel bulto entre sus piernas.
-¿Edward estas ahí? – No. Tía Esme estaba al otro lado de la puerta. Nos descubriría, yo estaba demasiado agitada y Edward tenía algo entre sus piernas que no podía disimular –. ¿Bella, Edward? – Miré a Edward atemorizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario