“Sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla cada día”
Johann Wolfgang Goethe
—No puedo creerlo, Renée… lo único que te pido es que nunca saques el dinero de las cuentas y es lo primero que haces. ¡Maldita sea, tienes treinta y dos años! —grita como una forma de sacar fuera toda la rabia que siente.
—No me grites, ante todo soy tu madre.
—Pues no lo pareces.
—Me gané ese dinero y puedo gastarlo en lo que me plazca. Si no te gusta, siempre puedes largarte con tu padre y dejarme vivir la vida que por ti he sacrificado.
Isabella respira hondo para no gritarle lo mucho que se ha sacrificado ella también. Su madre es inestable y voluble y nada de lo que se digan va a importarle en unas horas más —para qué gastar saliva entonces.
Se va hasta su cuarto, cierra fuertemente la puerta y se lanza a la cama a llorar.
Creo que no tendré paz con Renée... la odio, de verdad mo puedo sentir menos!!
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