"Hombre de ninguna parte, no te preocupes, tómate tu tiempo, no tengas prisa. Déjalo todo, hasta que otro te eche una mano."
The Beatles - Nowhere Man
Las lágrimas empiezan a amenazar por salir, pero se resiste y se levanta tratando de ocupar su mente en no olvidar nada. Esto era inevitable y quizá es mejor que sucediera antes de iniciadas las clases; al menos esta vez no estuvieron involucradas en ningún problema o con ningún sicópata.
No quiere llorar. Nunca lo ha hacho delante de nadie y esta no será la primera vez. Ella es una sobreviviente y como tal debe mostrarse a la altura de la situación. Pero entonces, la imagen de Edward se cuela en sus pensamientos y una rebelde lágrima escapa de su ojos izquierdo amenazando con recolucionar a todas las otras que esperan pacientes bajo sus párpados. No es el momento, se repite.
Se lamenta no tener un teléfono para ubicar a Edward, pero a la vez piensa que no resistiría una despedida. Sin planearlo se ha encandilado con ese joven y por mucho que quiso negarlo —preveía que todo terminaría así—, ya era tarde y su corazón sufriría un nuevo desprendimiento.
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